La grúa de construcción móvil MK 88 Plus de Liebherr realiza un «encargo divino»

En marzo de 2017 tuvo lugar la intervención de mayor alcance y más espectacular de una grúa en la dilatada historia de la iglesia evangélica de Naurod. A lo largo de los años, el viento y las condiciones climáticas deterioraron el edificio, por lo que era necesaria una rehabilitación.

Este domingo se montaron cuatro pasarelas de andamio entorno al campanario de la iglesia a unos 30 metros de altura.

A lo largo de los años, el viento y las condiciones climáticas deterioraron el edificio, por lo que era necesaria una rehabilitación. Los montadores de andamios pudieron acceder hasta la torre de la estructura octogonal desde el exterior. Para ello, montaron previamente en el suelo cuatro pasarelas de andamio de más de 20 metros de longitud justo al lado de la iglesia. Desde allí, la grúa elevó los elementos hasta la torre.

La iglesia se construyó entre los años 1727 y 1730 según los planos del arquitecto de Nassau, Johann Jacob Bager. Se trata de una construcción central de planta octogonal y estilo barroco. Por su inusual estructura, la iglesia es conocida más allá de las fronteras de Naurod y es el símbolo de la parte norte de la ciudad de Wiesbaden.

La empresa de grúas Riga Mainz contaba con la máquina adecuada para este impresionante encargo: la grúa de obra móvil MK 88 Plus de Liebherr. Puesto que la iglesia está ubicada en un espacio reducido en el centro de la ciudad y rodeada por numerosas líneas eléctricas, la única solución era una grúa de obra móvil, para no tener que cortar la transitada calle principal.

A las 7:30 h la MK 88 se colocó en una calle secundaria y se montó justo al lado de la iglesia. Por las dimensiones de las pasarelas de andamio que se iban a elevar, el peso era de aproximadamente tres toneladas. Puesto que se ocupó todo el ancho de la calle secundaria, la MK 88 Plus se preparó de forma óptima pare este uso con una media base de apoyo de 5,75 metros y una posición inclinada de la pluma de 30 grados.

En 30 minutos la grúa de obra móvil estaba lista para empezar. Los espectadores, entusiasmados, hablaban de una «proeza técnica» del hombre y la máquina. El gruísta Stephan Achenbach consiguió, con el viento en calma y un sol radiante, elevar todas las piezas del andamio entorno al campanario de forma segura en unas escasas dos horas: casi parecía que le asistía ayuda divina.